Quisiera
empezar mi primer posteo planteándome el título del mismo, un interés que me
surgió luego de ver un vídeo en el que a
S.S. Francisco se le planteo el
tema del conflicto por el agua, que será tema de agenda para todos nosotros en
un futuro próximo.
Un
vistazo a la historia, nos hace ver y pensar las enormes capacidades que tiene
el hombre para crear, construir, innovar, pasar de la incultura a la cultura a
través de la ciencia, el arte, el trabajo en sí. Pero también ha mostrado su
peor cara, la destrucción total, el deseo mezquino de apropiarse del
conocimiento para su interés personal. Cuando el hombre decide apropiarse de la
cultura, indudablemente volvemos a pasar a la incultura y tenemos los
resultados que vemos a diario en nuestras vidas: manipulaciones, explotación de
personas, contaminación del ambiente. Y es aún más lamentable ver como desde
los altos mandos de los gobiernos
nacionales se hacen cómplices de tales
situaciones. Y más vergonzoso cuando buscan justificarse o mirar a otro lado.
Presenciamos constantemente el desinterés
colectivo de muchos de nosotros de que muchas situaciones no cambien.
Simplemente pareciera (y más aún, creo que es evidente) que no nos importara
casi nada, vivimos la vida que creemos que nos toca, y que el resto se las
arregle como pueda. Yo vivo hoy, para hoy. ¿Y mañana? Mañana veremos, que venga
lo que tenga que venir. Gente que no está predispuesta a intentar un cambio, no
hablo de hacerlo, no hablo de revolución radical. Hablo de un cambio para el beneficio de todos.
Intentarlo.
¿Seguiremos
viviendo en el mundo que creemos construir, cuando se destruye más y más? ¿Qué
estamos dispuestos a sacrificar para el beneficio colectivo? ¿O seguiremos
construyendo sobre una torre de cartas?
No nos
damos cuenta del daño, el sufrimiento, el dolor y la tragedia, hasta que nos
toca.
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